Sumario: | Siempre admiré la condición y el alma de los antiguosguerreros medievales, hombres dispuestos a sacrificar susvidas en la defensa de lo que ellos entendían como noblesideales. Los caballeros europeos son sobradamente conocidos gracias a nuestra literatura más cercana, empero, los paladines de oriente, acaso por la distancia o por una ignorancia aceptada, han sido cubiertos por la bruma o por los fantasmas del recelo. Curiosamente, si nos ponemos a latarea de comparar vida y obra de estos luchadores comprobaremos que, tanto los de aquí, como los de allí, no sediferencian en exceso en cuanto a determinadas pautas decomportamiento y pronto observaremos que hay pocascosas que separen al Cid de un samurái Minamoto.
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