Sumario: | En la isla, desde que tengo uso de razón he vivido rodeado-acompañado-invadido por una figura omnipresente en mi vida, casi con el donde la ubicuidad, una personalidad mesiánica, avasalladora, carismática, testicular, voluntariosa, convulsiva, taimada y castradora, que sabe de todos los temas y al que hay que consultarle para todo inexcusablemente. Y les confieso que no hablo de mi padre, aunque casi lo era, pero no por obra de la consanguinidad. Hablo de Fidel Alejandro Castro Ruz, ese hombre vestido con traje militar de fajina, color verde olivo, con charreteras sobre sus hombros, de rombo rojinegro y rama de olivo de Comandante en Jefe, casi 1,90 metros de estatura, mirada de águila desconfiada, ojos pe queños y escrutadores, barba icónica -ahora rala y casi blanca- nariz isleña, con un esqueleto óseo ancho e imponente y alrededor de unos 80 kilos, en sus me jores tiempos...
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