Sumario: | Para los españoles que acababan de enterrar a Franco la proclamación de Juan Carlos I no evitaba la incertidumbrehistórica: otra vez los Borbones. Para unos, el rey era Juan Carlos I el Breve; para la mayoría, el símbolo del fatum hispano; uno mandaba, los demás obedecían y además todos eran apolíticos. Franco lo puso ahí y... ahí estaba. ¿Hasta cuándo?Lo que los españoles no se planteaban en 1975 es que, en esta dinastía histórica, ese clima de incertidumbre al llegar al trono el príncipe no solo no era novedoso, sino que constituía casi una constante histórica.Y no solo en España; también en la cuna de la dinastía, la Francia del siglo XVI, pues como recuerda Juan Granados,«todo comenzó un 25 de julio de 1593 en París con una apresurada conversión al catolicismo».
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