Sumario: | El historiador no es un fiscal del pasado. Tampoco es su juez de instrucción. El historiador procura comprender y se propone explicar lo que ha comprendido. Es todo, pero es difícil. Ni siquiera pretende decir la verdad sobre lo averiguado sino su verdad; en todo caso la porción de la verdad que cree haber captado, reconocido y explorado. A veces hasta una mentira es una pequeña verdad escapada de su arquitectura. ℗<U+00BF>Cómo no proponerse, pues, reconstruir la arquitectura de los hechos para situar a los actores, a las ideas, a la gente? Breve y cara lección de la experiencia que el historiador profesional está llamado a respetar y que los grandes maestros de la historia nunca desdeñaron. El resultado suele ser menos impresionante, más árido, quizá menos soberbio que las aproximaciones ideológicas o los juicios apasionados.
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