Sumario: | La idea de fin de la historia, que mucho espacio ha ocupado en el debate filosófico y político contemporáneo, encuentra en las páginas kojèveanas una de sus declinaciones más argumentadas y, a la vez, más convincentes. Partiendo de un comentario puntual (y legendario) del texto hegeliano, Alexandre Kojève llegó, según nuestra lectura, a una reproposición original de las líneas esenciales de la escatología marxista, haciendo una contribución fundamental, en particular con la idea de un Estado post histórico universal y homogéneo, al pensamiento de una sociedad sin Siervos y sin Señores, librada de cualquier forma de coerción y capaz de, superada la condición originaria de la necesidad y del conflicto entre los hombres, el libre despliegue de todas las facultades humanas. Se trata de una tesis consabidamente fuerte, ciertamente discutible y en claro contraste con quien en las páginas del filósofo ruso leyó de vez en cuando la denuncia amarga del retorno del último hombre a la animalidad primitiva inconsciente o la representación apologética de un mundo llegado ya, con el triunfo del mercado global y con las luces de las democracias liberales occidentales, a su última configuración po.
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