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|a El malestar en que se vive no se lo puede considerar hoy simplemente como un problema personal. El hecho que busquemos olvidar nuestro sinsentido embotándonos en la actividad frenética, en la televisión o cualquier tipo de químicos, amparados o no por una legalidad, no nos permite reconocer en la propia vida su sentido. Se trata de una época en que se desmorona todo aquello en lo que creíamos como verdad indubitable. Esto produce una inestabilidad que a veces conduce al pánico o a la depresión, pero es también una época que ha abierto una puerta que podría comunicarnos con el profundo significado de la propia vida. El autor recorre su mundo interno, acompañando al lector para que reconozca el suyo propio, recogiendo una delgada hebra de la existencia al preguntarse que pasaría si esta vida, la propia, tuviera efectivamente y más allá de toda duda un significado, un sentido, una dirección. En un lenguaje que echa mano a la filosofía, al mito, al cuento y a la poesía este texto intenta un diálogo que nos comunique con nosotros mismos.
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